El capitalismo nos llevó a la concentración de riqueza en pocas manos, a la miseria a la mayor parte de la humanidad, al desempleo de gran parte de la población, a la desigualdad más extrema, a la crisis de sobreproducción. Con la crisis, el capital ahora está más ansioso que nunca en preservar sus beneficios a costa de los derechos que los trabajadores hemos conseguido gracias a décadas de duras luchas. Ya desde mucho antes de esta crisis nos vienen avasallando con privatizaciones, con moderación salarial, con reformas laborales, con sangrientas y costosas guerras imperialistas, con escándalos de corrupción multimillonarios, y ahora con la crisis todo ello se está acelerando.
Si por todo lo anterior, el hecho de que nos digan que existe democracia en el capitalismo es un mal chiste, la sin gracia es doble cuando en España nuestro Jefe de Estado, ese adinerado monarca, fue designado por el dictador fascista Franco y su cargo será heredado por su hijo por derecho “divino”, si nadie lo impide. Además, en este contexto de fuertes recortes en servicios sociales básicos como sanidad y educación, la asignación de la monarquía sólo ha caído un insignificante 2%. Pero en realidad no queremos que su presupuesto caiga, queremos que la monarquía simplemente desaparezca y poder elegir a nuestro Jefe de Estado.
Sin embargo, de poco nos serviría una república si la estructura de poder se mantiene, si la oligarquía sigue campando a sus anchas, si el gran capital sigue imponiendo sus intereses a la clase obrera y devorando los pocos derechos que nos quedan. Queremos una República donde no exista la explotación de los trabajadores, con jornada laboral máxima de 35 horas semanales, con salarios dignos, con servicios públicos de calidad, con controles de precios, con vivienda digna, y por tanto exigimos además de la desaparición de la monarquía, la paralización de los recortes, la derogación de la reforma laboral y la nacionalización de la banca y de los sectores estratégicos. Por ello, para asegurar nuestros derechos debemos romper no sólo con la monarquía, sino fundamentalmente con el capitalismo y construir el Socialismo, es decir, un sistema en que la economía sea planificada y dirigida por los trabajadores en función de las necesidades sociales. Sólo a partir de la construcción de una República Socialista de Trabajadores podremos empezar hablar de democracia y de justicia.
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